Empezamos por lo más fundamental: reconocer las emociones, impulsos, deseos y distracciones en el momento exacto en que aparecen. Exploramos qué significa el desequilibrio de la atención y cómo cultivar una mente presente, relajada y con energía propia. Aprendemos las bases de la postura, cómo sentarnos, respirar y habitar el cuerpo sin tensión.

“No conocer el funcionamiento de la propia mente es analfabetismo emocional.” — Lama Padma Samten

Una mente desequilibrada salta de un extremo al otro: de la euforia al cansancio, de la dispersión al control. Esta semana profundizamos en cómo reconocer ese vaivén y cómo volver, una y otra vez, al punto de equilibrio. Veremos las tres dimensiones del cultivo interior —atención, energía y visión— y cómo preservar espacios de silencio y claridad en medio de la velocidad cotidiana.

Shámatha es aprender a detenerse sin forzar, y avanzar sin perder presencia.

Meditar no es desconectarse del cuerpo; es habitarlo por completo. Exploramos las posturas de meditación y cómo trabajar con el cuerpo y la respiración para sostener la mente con naturalidad. Aprenderemos a reconocer las tres cualidades que se cultivan en Shámatha: Relajación, Estabilidad y Vivacidad. Y desmontamos mitos modernos: meditar no es “no pensar”, es estar lúcidos dentro del movimiento.

Aquí aprendemos a meditar sin depender de audios ni guías externas. Nos adentramos en el Shámatha con foco en la mente misma, un método que revela el espacio interior donde pensamientos y emociones aparecen y desaparecen, como nubes en el cielo. Practicamos las dos habilidades esenciales de todo meditador: Atención plena y Introspección.

No somos nuestros pensamientos; podemos observarlos pasar sin luchar ni huir.

Cerramos el ciclo explorando una práctica clásica y poderosa: la meditación con los cinco elementos —tierra, agua, fuego, aire y espacio. A través de ella, reconocemos cómo la energía se expresa en nosotros y cómo volver al equilibrio de forma directa y natural. Una experiencia de autonomía emocional y claridad energética: cultivar una mente libre, sensible y estable, capaz de moverse por el mundo sin perder su centro.

El equilibrio no se busca: se reconoce.